Un ejemplo reciente, es el trabajo de la antropóloga Brooke A. Scelza, de la Universidad de California Los Ángeles, quién publicó un artículo en Evolutionary Anthropology defendiendo la promiscuidad femenina. Típicamente, se ha aceptado la competencia intrasexual como la estrategia sexual masculina y la elección intersexual como la respuesta femenina. Sin embargo, Scelza argumenta que el papel sexual de las mujeres no se limita a la elección, sino que también buscan múltiples parejas sexuales. En otras palabras, las mujeres somos más exigentes pero no menos promiscuas que los hombres.
No obstante, el comportamiento sexual que es natural de las mujeres a menudo se opone a las creencias sociales y las mujeres que viven una mayor apertura sexual suelen provocar la indignación moral. En el pasado, se buscaba justificar estas actitudes culturales a través de la ciencia, pero conforme se obtiene evidencia biológica que sustenta lo contrario, resulta cada vez más difícil.