En redes sociales la noticia tomó relevancia rápidamente, al capo se le atribuyen centenares de muertes de una manera sanguinaria, despiadada y atroz.
Para los ciudadanos de Tamaulipas, al norte de México, y principalmente de Nuevo Laredo, el municipio considerado el bastión de Los Zetas; el 40 no merece estar en la cárcel, es muy poco castigo comparado con el sufrimiento y dolor que causó a decenas de familias inocentes.
Nuevo Laredo se convirtió una ciudad desoladora donde se respiraba muerte y tristeza, lugar en donde era común ver aparecer personas colgadas con un narcomensaje clavado en el pecho y firmado por Los Zetas en los conocidos puentes de la ciudad.
Centenares de personas decidieron huir de la ciudad y muchos más no visitarla más, el municipio fue invadido por balazos de “Cuerno de Chivo” por todos lados, extorsiones, amenazas de muerte, levantones, descuartizados, degollados , granadazos y la libre expresión de prensa murió.
Para los ciudadanos de los estados bañados de sangre y dolor a culpa de la organización delictiva considerada de las más sangrientas del mundo, su líder, Miguel Ángel Treviño Morales alias el Z-40, al ser “quemado vivo o colgado de un puente”, se acercaría apenas un poco al sufrimiento que él personalmente y al comandar a su organización causó.
